Sostenibilidad

Acuicultura

La acuicultura es hoy en día un componente esencial en la producción de pescado que complementa las capturas realizadas por las flotas pesqueras en todo el mundo y que continúa en constante crecimiento, aunque habiéndose ralentizado en los últimos años. Según la última información, la FAO estima que la producción de pescado por parte de la acuicultura aumentó un 5,8% respecto a años anteriores hasta situarse en las 70,5 millones de toneladas en el 2013, y que China solamente, produjo un total de 43,5 millones de toneladas. Además, en 2012 el pescado “de granja” contribuyó en un 42,2% del total de los 158 millones de toneladas capturadas por las flotas pesqueras y la acuicultura. Unos datos nada despreciables si consideramos que en 1990 era del 13,4% y del 25,7% en el año 2000. Desde el 2008, Asia ha contribuido en más de la mitad de la producción de pescado, alcanzando el 54% en el 2012, mientras que Europa sólo el 18% y otros continentes por debajo del 15%. La FAO ha registrado un total de 567 especies diferentes que son objetivo de la acuicultura, entre peces (354), moluscos (102), crustáceos (59) y otros organismos.


Capturas mundiales de animales marinos salvajes (azul) y procedentes de acuicultura (verde), en millones de toneladas. Fuente: FishStat




Evolución interanual de la proporción de pescado consumido procedente de la acuicultura respecto el total. Fuente: Financial Times

A pesar de la gran producción que esta actividad reporta para el consumo humano actualmente, y que en cierto modo podría tener una lectura positiva desde el punto de vista que permite reducir la presión que la pesca ejerce sobre determinadas especies comerciales, es esencial tener en cuenta que la acuicultura lleva implícitos una serie de impactos negativos tanto para el ecosistema como para los recursos marinos. La intervención intensiva que generan las prácticas acuícolas puede  degradar el medio ambiente: por un lado la contaminación de las aguas en las que las granjas están ubicadas, fruto de elementos como por ejemplo el gran volumen de deposiciones de los peces y alimento no consumido, concentrados en espacios relativamente reducidos y que acaba sedimentando en el fondo, un espacio que no sólo es utilizado por los peces cultivados sino también para otras especies salvajes; por la otra, los componentes químicos y antibióticos que llevan asociados determinados piensos y alimentos que se utilizan para el engorde de los peces. Estos efectos se incrementan aún más si estas aguas se encuentran en zonas con poca circulación (aguas estancadas). Las prácticas intensivas han provocado también efectos negativos sobre el propi cultivo, como ha ocurrido en el Mar de la China con la gamba, afectada por una enfermedad llamada “síndrome de mortalidad prematura o en inglés, early mortality syndrome”: las prácticas intensivas no sólo contaminan el medio marino sino que facilitan la expansión de la enfermedad. Aunque en los últimos años la industria de la acuicultura ha ido minimizando los impactos medioambientales y las enfermedades de los peces de granja, todavía queda mucho a estudiar desde diferentes ámbitos científicos (biología marina, veterinaria, genética) para evitar estos impactos.


Valor (en billones de dólares americanos) del comercio de pescado salvaje y de acuicultura el 2013. Fuente: Financial Times

Pero tal vez lo que más pone en entredicho la sostenibilidad de la acuicultura, es que está relacionada con el uso de grandes cantidades de peces pelágicos (como por ejemplo la anchoveta o sardina) para alimentar especies depredadoras objeto de la acuicultura, tales como la dorada, la lubina o el salmón. Por ejemplo, para obtener actualmente 1 kg de salmón de acuicultura se necesita 1,4 kg de peces, básicamente anchoa y sardina procedente de Chile y Perú. Cabe decir que en el 2000 se necesitaban 3 kg de peces para obtener 1 kg de salmón, con lo cual la eficiencia de la acuicultura ha mejorado considerablemente. El concepto de “huella ecológica” considera que un centro de cultivo tiene una influencia en el medio ambiente diez mil veces superior a su superficie. Estos impactos tienen un coste ambiental, económico y social. Entonces, la pregunta que inevitablemente surge es si esto es sostenible en el tiempo.

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